Ana es citadina, pero desde hace 19 años vive en Subachoque, donde comenzó a interesarse en el cultivo orgánico debido a la dificultad de conseguir estos productos. Su primera experiencia fue con el cultivo de fresas, un proceso complicado, pero perseveró y continuó experimentando con una pequeña huerta, ampliando gradualmente la variedad de productos.

Se asoció con la red de productores Arac con el objetivo de vender lo que no consumía y aprender de las prácticas de otros miembros. Ofreció su finca como espacio para el cultivo orgánico y diseñó un mandala de verduras y hortalizas con la colaboración de otro asociado, quien también se retiró posteriormente. Durante aproximadamente tres años, trabajaron en este proyecto en su finca. Finalmente, decidió continuar el proceso de manera independiente.

Actualmente, tiene una huerta pequeña con una variedad de verduras, hortalizas y algunas frutas. Le apasiona consumir lo que cultiva, confiando plenamente en su calidad, al conocer y garantizar que es sano y limpio. A pesar de trabajar de manera artesanal, sigue aprendiendo y se compromete a mantener prácticas limpias y libres de químicos.